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DANZA DE LAS HORAS-LA GIOCONDA (PONCHIELLI)


La década de 1870-1880 fue rica en óperas nuevas que habrían de entrar en la historia. Entre ellas se cuentan Il guaraní (1870) de Gomes, que se convirtió en la ópera nacional del Brasil; Aida (1871) de Verdi; Borís Godunov (1874) de Mussorgski; Carmen (1875) de Bizet; El anillo del Nibelungo (1876) de Wagner, con motivo de los primeros festivales de Bayreuth; Eugenio Onieguin (1879) de Chaikovski; en total, un gran ramo de óperas famosas, a las que el 8 de abril de 1876 se añadió en la Scala de Milán La Gioconda de Ponchielli, recibida con un clamoroso júbilo. Desde entonces no ha habido ningún escenario importante del mundo que no haya representado esta ópera.
Amilcare Ponchielli nació el 31 de agosto de 1834 en las cercanías de Cremona. Estudió en el Conservatorio de Milán, donde escribió su primera ópera. Luego fue organista en Bérgamo y Cremona, y en esta última ciudad fue además profesor de composición (de Puccini entre otros). Sus once óperas le aportaron alguna celebridad en Italia, y con su Gioconda alcanzó fama mundial. Su estilo está entre el romanticismo y el naturalismo, es muy efectivo y contiene más elementos sinfónicos que la mayoría de las obras de sus contemporáneos italianos. Hay que destacar especialmente que el canto alcanza en su obra un gran desarrollo y llega a espléndidas cimas. Ponchielli murió en Milán el 16 de enero de 1886.
Arrigo Boito, usando como seudónimo el anagrama «Tobia Gomo», que apenas lo oculta, hizo varias modificaciones radicales en la obra de Victor Hugo, trasladó la acción de Padua a Venecia y le dio el título atractivo pero discutible de La Gioconda; significa propiamente, como se sabe, la alegre, la jocunda, y por el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, se pone en relación con una misteriosa sonrisa. No se dice absolutamente nada de ambas en la ópera, ni de la modelo del cuadro ni de la sonrisa. ¿Quiso señalar con ello Arrigo Boito que una cantante callejera, esto es, la soprano dramática convertida en figura principal, debe sonreír en el ejercicio de su profesión? Se pueden hacer al libreto, a pesar de los dos padres ilustres que posee, Hugo y Boito, graves objeciones. Es inverosímil, excesivamente romántico y efectista; y sin embargo, ponerlo en música ha tentado a varios compositores.
Angelo, tirano de Padua, de Victor Hugo, ha sido puesto en música varias veces. La versión de Ponchielli es contemporánea de la del ruso César Cui, que apareció dos meses antes que la del italiano y ha sido completamente olvidada. La música de Ponchielli, en cambio, ha permanecido por su pasión, dramatismo e inspiración melódica. Muchos fragmentos se han grabado en el corazón de los amantes de la ópera («Voce di donna o d'angelo», «Cielo e mar», «Suicidio») y hoy, gracias a los discos que graban los cantantes famosos, son más populares que nunca. A ello se añade la «Danza de las horas», que se cuenta entre los ballets operísticos de más éxito. Unos pasajes de La Gioconda recuerdan a Verdi; otros permiten reconocer lo que Puccini debe a su maestro Ponchielli.


2 comentarios:

  1. MARAVILLOSA EXPLICACIÓN, UNA SONRISA MISTERIOSA CONVERTIDA EN DANZA, DE LAS HORAS... EL DEVENIR...LA INCERTIDUMBRE...

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  2. MARAVILLOSA EXPLICACIÓN, UNA SONRISA MISTERIOSA CONVERTIDA EN DANZA, DE LAS HORAS... EL DEVENIR...LA INCERTIDUMBRE...

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