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CONCIERTO PARA VIOLIN Y ORQUESTA (SIBELIUS)


Los compositores de los países septentrionales de Europa cultivaron una relación sonora especial con su entorno. Los románticos buscaron describir con sonidos la opulencia de los paisajes gélidos y sus geografías, mientras que otros encontraron en el clima la inspiración para obras de gran vida interior. A partir del siglo XIX, cuando varias de estas naciones se consolidaron como estados, se impuso con firmeza una tradición propia, basada en investigaciones musicológicas que descubrieron la variedad de estilos y culturas del norte. Por ejemplo, los compositores británicos actuales siguen la pauta de originalidad marcada por la generación de Britten y Tippett, adosando a la vez una fuerte tendencia dramática. Uno de los reconocidos fue Peter Maxwell Davies, autor de Ocho canciones para un Rey Loco, retrato tragicómico del rey Jorge III o El Martirio de San Magnus, inspirado en los paisajes escoceses.
Jean Sibelius, (Tavastehus, 1865 - Järvenpäa, 1957), fue un compositor finlandés, iniciador de la escuela moderna de composición musical de su país. Huérfano de padre desde los tres años de edad, pertenecía a una familia de ascendencia sueca, por lo que en su hogar se hablaba en este idioma. Más tarde aprendió finlandés en la escuela y se interesó más profundamente por diversos aspectos de la cultura de su país, que hasta 1917 pertenecía a Rusia.
Adquirió sus primeras nociones de piano de la mano de su tía Julia, y más tarde, en 1885 comenzó sus estudios de derecho en la Universidad de Helsinki, para abandonarlos un año más tarde y así poder centrarse en la música. Estudió composición con Wegelius y violín con Csillag en la capital finesa hasta 1889. Wegelius descubrió rápidamente las grandes dotes musicales del joven Sibelius, que por aquellos años ya había compuesto obras entre las que se encuentran un Trío para piano en Do mayor y una Sonata para violín en Fa mayor. Durante su época como estudiante en el Conservatorio de Helsinki, Sibelius entró en contacto con algunas de las personas que más tarde influirían tanto en su vida como en su obra: el pianista y compositor Ferruccio Busoni y el también compositor Armas Järnefelt, con cuya hermana se casaría Sibelius años más tarde.
Fue su profesor Wegelius quien le animó a pedir una beca de estudios para Berlín y, al serle concedida ésta, se trasladó a la ciudad alemana en septiembre de 1889. Allí estudió composición de forma privada con Albert Becker y, si bien no quedó muy contento con las enseñanzas que recibió de él, sí que disfrutó intensamente de la vida cultural berlinesa. En verano del año siguiente volvió a Finlandia, donde escribió su Cuarteto de cuerda en Si bemol mayor. De nuevo obtuvo una ayuda del gobierno de su país para estudiar en el extranjero, y esta vez fue Viena la ciudad elegida. Allí se formó con Robert Fuchs y con el húngaro Karl Goldmark y fue en la capital austriaca donde comenzó a centrarse en la escritura para orquesta gracias a la influencia de las obras de Bruckner y Wagner.
Su primer proyecto de resonancias nacionalistas fue Kullervo, una composición de ideas melódicas finlandesas y de tono oscuro y grave. La obra fue concebida en Viena y finalizada tras regresar a su país natal en 1891. Su exitoso estreno se produjo al año siguiente en Helsinki. En esa época, Sibelius se unió al movimiento carelianista, un grupo de artistas interesados en profundizar en las raíces de Finlandia por medio del estudio de la epopeya nacional o Kalevala. En 1892 compuso otra obra de inspiración finesa: el poema sinfónico En saga. Ese mismo año se casó con Aino Järnefelt y realizó un viaje a la región de Carelia, donde tuvo oportunidad de transcribir melodías populares de la zona.
En la década de los años noventa nacieron sus primeras tres hijas y, en 1892, debido a las necesidades económicas de su familia, Sibelius comenzó a dar clases de música en el Instituto Musical de Helsinki. Afortunadamente, el gobierno de su país acordó concederle en 1897 una pensión vitalicia de 3.000 marcos anuales que le proporcionó cierta holgura económica, al menos durante los primeros años.
Tras el estreno en 1898 de la obra teatral Kung Kristian II de Adolf Paul, cuya música incidental compuso Sibelius, le surgieron ofertas para publicar su obra tanto en su país como en Alemania, donde firmó un contrato con la prestigiosa editorial Breitkopf. En julio de 1900 realizó una exitosa gira por Europa (Escandinavia, Alemania, Holanda y Francia) que le sirvió para adquirir fama y prestigio en estos países.
A pesar de los logros musicales obtenidos, Sibelius continuaba bebiendo hasta extremos preocupantes; su esposa Aino decidió adquirir una casa de campo en el bosque de Järvenpää y así alejar al compositor de la vida urbana de Helsinki. En septiembre de 1904 se trasladó junto a su mujer y sus cuatro hijas a la nueva vivienda, llamada Ainola, en la que residió durante el resto de su vida.
Al año siguiente logró publicar su obra en la editorial Schlesinger de Berlín, propiedad de Robert Lienau. Firmó con él un contrato en el que se comprometía a entregar varios trabajos por año. El primero que vio la luz en la editorial fue Pélleas y Mélisande, una partitura de música incidental. También en 1905 se produjo su primer viaje a Inglaterra, donde dirigió varias de sus obras y adquirió gran popularidad. Siguió componiendo y en 1907 terminó su Tercera Sinfonía en Do mayor, una obra más recatada que sus dos sinfonías anteriores. Ese mismo año coincidió en Helsinki con Gustav Mahler, y pudo conversar con él sobre temas musicales.
Tras el nacimiento de sus dos últimas hijas, en 1908 y 1911 respectivamente, Sibelius se sumió en una crisis personal y económica en la que el alcohol se convirtió en su compañero inseparable. En este período se produjo su acercamiento a la música de cámara, que queda reflejado en su Cuarteto en Re Menor de 1909 y en obras vocales como las Ocho canciones op. 57 basadas en textos del escritor sueco Ernst Josephson o las Diez piezas para piano op. 58.
En 1909 y de nuevo en 1912 volvió a Inglaterra. Allí seguía siendo un compositor admirado, mientras que en Europa central comenzaba a haber opiniones que lo relegaban a un segundo plano, ya que habían surgido grandes figuras de la música como Debussy o Schoenberg que planteaban propuestas estilísticas más avanzadas. Su Cuarta sinfonía fue un fracaso de público en Alemania y Francia, pero él continuó explorando el lenguaje compositivo que venía realizando hasta el momento, resistiéndose a adoptar las tendencias musicales del resto de Europa.
En 1914 tuvo lugar un acontecimiento importante para su carrera musical: realizó un viaje a los Estados Unidos de América invitado por el también compositor Horatio Parker. Allí estrenó su poema sinfónico Las Oceánidas, compuesto por encargo del Festival de Música de Norfolk, y recibió un doctorado honorífico que le concedió la prestigiosa Universidad de Yale.
Una vez de vuelta en Finlandia acabó de escribir la Quinta Sinfonía en Mi bemol, que revisó meticulosamente hasta darla por terminada en 1919. En 1921 rechazó el puesto de director de la Eastman School of Music de Estados Unidos que le fue ofrecido y, lamentablemente, continuó bebiendo en exceso hasta el punto de llegar a dirigir ebrio su Sexta Sinfonía en un concierto celebrado en Göteborg (Suecia) durante la primavera de 1923. Al año siguiente concluyó su Séptima sinfonía, una obra maestra del género escrita en un solo movimiento; y en 1926, por encargo de la Sociedad Filarmónica de Nueva York, acabó el poema sinfónico Tapiola, basado en un personaje mitológico finés llamado Tapio.
Tras la citada obra, Sibelius se sumió en una depresión que le impidió componer grandes obras. Su octava sinfonía, en la que aparentemente trabajaba hacia 1933, nunca llegó a ver la luz. El 20 de septiembre de 1957 falleció debido a una hemorragia cerebral. El Museo Sibelius de Turku conserva diversos materiales sobre la vida y obra del compositor finlandés, así como la biblioteca de la Universidad de Helsinki, que guarda un gran número de manuscritos y esbozos de sus obras.
La obra de Sibelius bebe directamente de la gran epopeya literaria de su país, el Kalevala, cuyos textos y motivos rítmicos le sirvieron como material para su música. Su obra destila amor por la naturaleza, es algo sombría y armónicamente conservadora, si bien emplea en ella acordes convencionales con gran libertad. En la década de 1890 compuso tres poemas sinfónicos de tintes nacionalistas: Finlandia, El cisne de Tuonela y En Saga. Este último utiliza el tema principal de un octeto de cuerda compuesto cuando era estudiante y creó gran controversia tras su estreno en Berlín en 1902. A pesar de la influencia de la música popular finesa en la obra de Sibelius, no es fácil hallar en sus composiciones melodías folclóricas reconocibles. La huella de compositores como el noruego Edvard Grieg, el ruso Borodin o el mismo Tchaikovski se escucha en sus primeras partituras.
A partir de su estancia en Viena, centró su interés en la música orquestal, campo en el que desarrolló su talento con mayor facilidad. La primera de sus siete sinfonías fue publicada en 1899 y la última en 1924. Desde la publicación de Tapiola al año siguiente, el compositor finés no volvió a realizar una obra de envergadura. A pesar de ello, continuó siendo un compositor reconocido en su país. Su Primera sinfonía en Mi menor (1899) mezcla su propio estilo con ciertos tintes románticos procedentes de Tchaikovski. La Segunda, compuesta en 1902 en la tonalidad de Re mayor, contiene resonancias folclóricas especialmente en la parte final, y en ella aparecen ya los motivos melódicos breves tan característicos del estilo de Sibelius.
Sus sinfonías tercera y cuarta están escritas en un lenguaje que combina el modernismo con lo clásico y fue a partir de su Cuarta sinfonía (1911) cuando decidió alejarse en cierta manera de las estructuras musicales dependientes de la música tradicional. Fruto de estos avances es su Quinta Sinfonía en Mi bemol mayor, de carácter triunfalista y majestuoso. La obra fue revisada en varias ocasiones y su versión definitiva data de 1919.
Su penúltima sinfonía, la Sexta (1923), posee rasgos claramente finlandeses y un temperamento pastoral y meditativo. Está compuesta en cuatro movimientos y en ella encontramos escalas modales como la Doria. Pero sin duda, la Séptima sinfonía (1924) es su obra más ambiciosa. Escrita en un solo movimiento, en ella Sibelius logra una gran expresividad a través de un desarrollo sinfónico sin interrupciones.
Su Concierto para violín en Re menor es una de las obras que más popularidad le dio, y que continuó interpretándose a menudo aún cuando su figura había caído en cierto olvido debido al interés que despertaba en Europa la música de vanguardia. En él trató de fundir el virtuosismo propio de una obra para instrumento solista con la profundidad carente de ostentación por la que se caracterizaba su música. El concierto fue revisado en diversas ocasiones con la minuciosidad propia de Sibelius, hasta que en octubre de 1905 se estrenó en Berlín bajo la batuta de Richard Strauss.
Además de su interés por la música sinfónica, también dedicó parte de su tiempo a la creación de obras vocales. Escribió canciones para soprano con textos en sueco, con frecuencia interpretadas por la cantante finlandesa Ida Ekman. Algunos ejemplos de este tipo de obras son sus Siete Canciones de Runeberg op. 13, publicadas en 1892 y basadas en textos del poeta finés Johan Ludvig Runeberg, o sus canciones de los op. 36, 37 y 38. El lenguaje musical de Sibelius ha influido en la obra de algunos compositores británicos del siglo XX como Ralph Vaughan Williams, además de servir de inspiración para el movimiento minimalista, integrado por compositores como Philip Glass o Steve Reich.


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