La celebración se concentró en torno de la terminación de un edificio, comenzado inmediatamente después de haberse firmado el tratado, cuyo objeto era servir como montaje para una gran exhibición de fuegos de artificio.
El edificio se terminó el 26 de abril de 1749. Tenía 125 metros de largo y 34,75 metros de alto. El duque de Montagu, que estuvo a cargo de la celebración y que también pagó la mayor parte de la misma, estaba representado, al igual que estaban los dioses griegos y el mismo rey Jorge, en la fachada del edificio. A la cabeza de un poste de 61 metros había un enorme sol artificial. También había escalones, pilares, pasadizos, columnatas arqueadas y amplias pasarelas.
El rey encargó a Haendel que proporcionara la música para la ocasión. El compositor aceptó con desgana el pedido del rey de que sólo utilizara instrumentos militares. Handel arregló parte de la música de dos conciertos anteriores y escribió también música original para acompañarla y orquestó la pieza para una gran banda: 24 oboes, 12 fagotes, 9 trompetas, 9 cornos, 3 pares de timbales, un contrafagot, un serpentón y tambores de bordones (que no están indicados en la partitura). Las cuerdas que se había visto obligado a omitir permanecieron en su mente para futuras interpretaciones. Aunque no cada uno de los 58 intérpretes tuvo una parte independiente, de todos modos el sonido fue masivo.
Este enorme conjunto excitó la curiosidad del público. El mismo día que quedó terminado el edificio, un ensayo al aire libre reunió a una multitud de 12.000 espectadores, que produjo un atasco de tres horas en el Puente de Londres y casi provocó un tumulto. Al día siguiente todavía más gente asistió a los festejos.
El evento empezó muy bien, pero pronto se convirtió en un fiasco. La obertura de Haendel, la pieza más elaborada de la suite, dio comienzo a la velada. A su término hubo una atronadora salva de 101 cañones. Luego el edificio apareció súbitamente iluminado por los fuegos artificiales. Se escuchó la bourrée de Haendel. Un diseño de fuegos artificiales que describía la paz fue acompañado por el movimiento lento, seguido por la sección denominada "Regocijo". Para entonces se había perdido el control de los fuegos artificiales. Seguían saliendo en momentos equivocados. Varios hombres subieron al edificio para tratar de arreglar las cosas y hubo largas demoras. Después, todo el edificio se encendió en llamas. La multitud empezó a sentir pánico a medida que el calor se hacía más intenso. Un fuerte viento arrastró las llamas a través del parque. Los ánimos también se encendieron y se hicieron algunos arrestos. Varias personas resultaron heridas, dos fatalmente. Se interpretaron los restantes movimientos de la Música Para los Fuegos de Artificio, pero nadie pudo oírlos. La imagen del rey se incendió y cayó ignominiosamente en una caldera de fuego.
La música de Haendel proporcionó el único vestigio de dignidad y de este modo creció considerablemente la estimación del rey Jorge por él. Cuando el compositor repitió la música Para los Fuegos de Artificio el 27 de mayo, en un concierto a beneficio de la Casa de Expósitos, Jorge donó una gran suma. En ese concierto, de paso, Haendel usó la instrumentación que siempre había preferido: una banda de vientos de tamaño normal más el complemento habitual de cuerdas.
La suite ha sido arreglada varias veces para la interpretación por parte de conjuntos modernos. Durante algún tiempo la versión más popular fue la de sir Hamilton Harty, quien omitió el movimiento "Regocijo" e hizo la orquestación para una orquesta contemporánea normal. Recientemente los directores han preferido volver a la concepción original de Haendel, con o sin cuerdas.
La obra sigue el patrón de la suite de danzas barroca. La obertura es el movimiento más grande y el más sustancial. La introducción pomposa y completamente orquestada termina con un adagio de acordes que conduce a la parte más veloz y militar del movimiento. Esta sección contrasta diferentes coros instrumentales. El movimiento se intensifica, llegando al increíble sonido de una masa de oboes, todos interpretando semicorcheas. Una gran cadencia conduce directamente a un interludio marcado lentamente, después del cual se recapitula la parte principal de la pieza.
El segundo movimiento es una danza elegante. El tercero da forma a ritmos punteados de 12/8 que se desarrollan hasta conformar figuras de trino. El allegro de "Regocijo" añade tambores de bordones al conjunto, a fin de aumentar la atmósfera militar. El minué final, con su opuesta sección media en menor, comienza con un canon. Cada sección de este movimiento está orquestada de modo diferente.
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