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SINFONIA Nº 1 "CLASICA"-4º MOVIMIENTO (PROKOFIEV)


Sergei Prokofiev fue un compositor de origen ucranio, de inspiración neoclásica. Aunque después de la Revolución se exilió en los Estados Unidos, más tarde volvió a la Unión Soviética donde fue objeto de los máximos honores y representó los más altos ideales del arte soviético, para perder sus privilegios por su apoyo a una obra de Muradeli criticada por la oficialidad estalinista. La política cultural calificó la obra de Prokofiev como "formalismo decadente". Como réplica, compuso obras de apoyo al ideal comunista, que le valieron la obtención del Premio Stalin en 1951.
Estudió música con su madre y luego con Tanaiev, Cherepin, Rimski-Korsakov y Liadov. Aunque después de la Revolución se exilió en los Estados Unidos, más tarde volvió a la Unión Soviética donde fue objeto de los máximos honores y representó los más altos ideales del arte soviético, para perder sus privilegios por su apoyo a una obra de Muradeli criticada por la oficialidad estalinista.
Prokofiev reveló un precoz talento como pianista y compositor, estudiando con Glier desde 1902. Dos años después ingresó al conservatorio de San Petersburgo y tuvo entre sus maestros a Rimsky-Korsakov, Lyadov y Tcherepnin. Tcherepnin y Myaskovsky le otorgaron un valioso apoyo, así como motivaron su interés por la música de Scriabin, Debussy y Strauss.
Prokofiev debutó como pianista en 1908 y rápidamente causó cierta sensación siendo considerado como un enfant terrible, ultramoderno e incomprensible (una imagen que estuvo feliz de explotar). Sus obras para piano solo y los extravagantes conciertos para piano N°1 y N°2 atrajeron la atención. Luego, en 1914, dejó el conservatorio y viajó a Londres, donde escuchó la música de Stravinsky y recibió un encargo de Dyaghilev. La partitura resultante, sin embargo, fue rechazada y Prokofiev utilizó la música en la llamada Suite Escita. Un segundo intento, Chout, no fue escenificado hasta 1921.
Entretanto su talento se expandía en distintas direcciones. En 1917 completó una ópera sobre El Jugador de Dostoyevsky, un estudio sobre la obsesión muy lejano de la fantasía contenida por su casi contemporánea ópera para Chicago llamada El amor por tres naranjas, escrita en 1919 y estrenada en 1921.
Ninguna de estas partituras tuvo mucho que ver con su Sinfonía Clásica, conscientemente concebida a la manera dieciochesca, y de nuevo muy distintas al lírico Concierto para violín N°1 escrito en el mismo periodo. Hubo también sonatas para piano basadas en antiguos bosquejos junto a las más osadas Visiones Fugitivas, todas de los años 1915 a 1919.
Hacia finales de este rico periodo, en 1918, Prokofiev viajó a los Estados Unidos, y desde 1920 se estableció en Francia. Su productividad disminuyó mientras trabajaba en la ópera El Angel de Fuego, una fábula intensa y simbolista sobre el bien y el mal (no fue estrenada hasta después de su muerte y mucha de su música fue empleada por Prokofiev en su Tercera Sinfonía).
Después de sufrir una etapa estilística ligada a la mecánica y la industria, que alcanzó su clímax en la segunda sinfonía y en el ballet El paso de acero, el compositor produjo una partitura mucho más tranquila, el ballet El hijo pródigo. Lo barbárico y lo lírico se alternaban dentro de su música y no fueron combinados hasta la década de 1930, cuando comenzó su proceso de reconciliación con la Unión Soviética.
La renovada relación fue al principio tentativa. Romeo y Julieta, el ballet encargado por el Bolshoi, fue estrenado en Brno en 1938 y sólo con el tiempo se integró al repertorio soviético: sus temas de agresión y amor romántico fueron un catalizador de los divergente impulsos de Prokofiev, así como lo fueron en la música para la película Alexander Nevsky de Eisenstein.
Finalmente se estableció en Moscú en 1936 y al comienzo sus intereses se dirigieron a géneros relativamente modestos como la canción, la música incidental, la cantata patriótica y la entretención infantil (Pedrito y el Lobo, 1936). Lamentablemente había llegado en un mal momento, cuando el camino hacia el realismo socialista estaba en su curso más intenso. Y de hecho su primera obra de un tipo más ambicioso, la ópera Semyon Kotko, no fue bien recibida.
Con el comienzo de la guerra, encontró la motivación para responder a los requerimientos patrióticos: de manera implícita en un ciclo de tres sonatas para piano (números 6 al 8) y en la Sinfonía N°5, y más abiertamente, en la versión operática de La Guerra y la Paz de Tolstoi, que de nuevo le permitió desarrollar los dos extremos de su genio musical. También trabajó en otro ballet, Cenicienta.
En 1946 se retiró al campo y aunque siguió componiendo, sus últimas partituras se aprecian como una suave coda a su producción. Aunque hasta ese momento había gozado del favor del gobierno, en 1948 fue censurado por utilizar un "excesivo formalismo" y armonías cacofónicas. Prometió componer con mayor lirismo, pero su ópera Cuento de un hombre auténtico (1948) fue de nuevo censurada. Su Sinfonía nº 7 (1952, premio Stalin) le devolvió el favor del gobierno. Prokófiev falleció el 5 de marzo de 1953 en Moscú (el mismo día que Stalin) cuando acababan de comenzar los ensayos para su ballet La flor de piedra (1950, escenificado en 1954).
La Primera Sinfonía fue compuesta en el verano de 1917, aunque utiliza música compuesta el año anterior. Fue terminada el 10 de septiembre y estrenada en Petrogrado el 21 de abril de 1918. Prokofiev dirigió la Orquesta de la Corte.
Como todos los rusos, Prokofiev se vio afectado por la Revolución Rusa de 1917. Vivía en Petrogrado, donde cualquier persona que anduviera por la calle podría haberse convertido en el blanco de las balas de los soldados. Más de una vez se encontró corriendo en busca de un escondite para protegerse. Un día compuso una pieza mientras permanecía agazapado detrás de una pared para evitar que le dispararan un tiro. Hubo un intento de reclutarle en el ejército, pero gracias a la intervención del escritor Máximo Gorki, el compositor fue eximido.
Si la Sinfonía Clásica hubiera sido escrita una década más tarde, podría haber sido llamada "Neoclásica". Presagia el estilo neoclásico que prevaleció de la década del 20 a la del 40, pero hay una diferencia entre el uso del pasado que hace Prokofiev y el que hace Stravinsky, el líder neoclasicista. La diferencia es entre la parodia y la sátira, entre el humor y el ingenio. El humor de Prokofiev es irónico. Al proclamar que la sinfonía era una composición al estilo que Haydn podría haber empleado si todavía estuviera vivo en 1917, Prokofiev creaba una burla sutil respecto de la música de la era clásica. El músico sondeó en el pasado, no tanto para encontrar inspiración para el presente, como iba a hacer Stravinsky, sino más bien para burlarse gentilmente del pasado.
La Sinfonía Clásica toma formas, melodías, estructuras de frases y ritmos típicos del clasicismo y los retuerce de modo humorístico y a la vez gracioso. Podemos "escuchar" una versión hipotética original de la música acechando por debajo de la superficie. En otras palabras, es como si pudiéramos eliminar el ingenio y descubrir una verdadera sinfonía clásica. El hijo de Prokofiev una vez observó que su padre primero escribía música y luego la "prokofievizaba". Por cierto, es posible imaginar que un proceso de composición tal produjera la Sinfonía Clásica.
Esta es la música de las "notas equivocadas". No está llena de los atroces errores de, por ejemplo, La Edad de Oro de Shostakovich, o Una Broma Musical de Mozart. Más que reírnos, sonreímos con los giros de frases peculiares y las armonías inesperadas, porque no son muy erróneos. Fuera de lugar en una sinfonía de Mozart o de Haydn, estas notas "equivocadas" en manos de Prokofiev obtienen una integridad y una corrección apropiadas para 1917. Brindan a la sinfonía su encanto y gracia.
Ninguna broma musical de éxito es meramente graciosa. Por debajo de la superficie de la Sinfonía Clásica yacen una elegancia y una humanidad que van mucho más allá de la burla gentil de la obra. De lo contrario, ¿cómo podríamos regresar a ella una y otra vez? Una vez que conocemos la gracia, ya no nos podemos reír de ella. Hay algo a la vez perdurable y atractivo por detrás de la parodia de clasicismo de la Sinfonía Clásica.